Para el desarrollo del campo y de todo el entorno rural en general, el papel de la mujer tiene la misma importancia que la del hombre.
El problema es que dicha importancia no ha estado siempre reconocida, lo que nos ha llevado a una situación en la que hay que incentivar la figura de la mujer rural, no solo para mejorar la explotación de los terrenos, sino muchas veces también para la propia supervivencia del campo.
Problemas que ha encontrado la mujer en el campo
Muchos expertos del sector lo atestiguan. La mujer ha sido invisible en el campo. Tenía tareas asignadas de gran importancia, pero sin remuneración de ningún tipo, mucho menos derechos laborales.
Obviamente la situación ha cambiado, aunque muchas mujeres desconocen todas las ayudas al campo que pueden aprovechar.
Otro gran obstáculo que cada vez es más grave, consiste en el despoblamiento, muchas veces originado precisamente por la falta de reconocimiento.
Muchas mujeres emigraron del campo por la falta de opciones de futuro que encontraban. El despoblamiento agravaba la situación del entorno rural.
Ahora se busca incentivar a las mujeres el regreso al campo, como base para conseguir que sectores como la ganadería y la agricultura tengan un futuro viable.
La mujer rural en la actualidad
En 2020 se registraba un total de 7 millones de mujeres rurales en activo. Una población heterogénea, con responsabilidades comunes, pero con objetivos y características diferentes.
Se plantea un doble cambio necesario, para que este número siga en aumento. El primero de ellos de carácter social, para equiparar de forma igualitaria a hombres y mujeres, también en el campo.
Por otro lado, está la necesidad económica. Para solventar este problema existe la Ley de Titularidad Compartida, cuyo fin tiene la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres en el medio rural.
Esta ley incluye un reconocimiento tanto jurídico como económico de las actividades que realiza la mujer en el campo, le permite tener seguridad social, una pensión y la protege ante situaciones como una separación o el divorcio.
Además, la mujer rural es imprescindible para fomentar el desarrollo y la evolución de las unidades familiares en el campo, con el fin de que localidades rurales puedan mantener un crecimiento continuado para nuevas generaciones.
Muchas fincas rústicas y terrenos de cultivo, requieren prácticamente habitar en los inmuebles de estos espacios o, como mínimo, estar en una vivienda cercana. Fomentar que no solo el hombre, sino también la mujer pueda volcarse en los trabajos del campo, hace mucho más accesible esta convivencia y motiva estancias y dedicación a largo plazo.
Por otro lado, como ha sucedido en muchos otros sectores, el emprendimiento también avanza en el entorno rural, con hombres y mujeres a la cabeza de proyectos innovadores con los que rentabilizar trabajos relacionados con ganadería, agricultura y otras especialidades.
El progresivo reconocimiento de la mujer emprendedora y las ayudas que pueda recibir, en cualquier proyecto profesional rural, permitirán asentar las bases para incentivar más inversión de otras profesionales en el campo.